La terapia rogeriana ha cambiado de nombre a lo largo de su
evolución: Rogers la llamó no-directiva, por creer que el terapeuta al
posicionarse frente al cliente no lo debe guiar, pero sí estar ahí, mientras el cliente mismo
llevaba el curso de su proceso terapéutico. A través de la experiencia, Rogers se
dio cuenta que mientras más “no-directivo” era, más influía en sus pacientes, precisamente, al asumir esa
postura. En definitiva, los clientes buscaban un guía en el terapeuta y lo
encontraban aunque éste intentara no guiarles.
De
manera que modificó el nombre de su terapia a “centrada en el cliente”. En la
actualidad, pese a que la denominación “no-directiva” y “centrada en el cliente”
siguen en vigor, se usa el término terapia rogeriana. Una de las frases que
Rogers utiliza para definir su terapia es “de apoyo- no reconstructiva”. Terapia
que no explica “el cómo” sino que apoya al cliente en que este trate por sí
mismo su dificultad, ya que si el terapeuta sostiene continuamente al cliente
éste no termina de responsabilizarse de su problema.
Si
la independencia (autonomía, libertad con responsabilidad) es el objetico terapéutico, el cliente no lo
logrará si se mantiene dependiente del terapeuta. Los pacientes deben
experimentar sus introspecciones por sí mismos, en la vida cotidiana, fuera de
la consulta de su terapeuta. Un abordaje autoritario en la terapia puede resultar
aceptable en la primera parte de la terapia, pero al final solo crea una
persona dependiente.
La
técnica básica rogeriana es el reflejo. El reflejo es la imagen
de la comunicación emocional, el terapeuta promueve, mediante intervención
directa sobre lo escuchado, que el
cliente se dé cuenta de lo que él mismo
está comunicando. El reflejo es una técnica que debe ser tratada con mucho cuidado,
ya que de no ser así puede restar confianza al vínculo terapéutico. La
intervención debe surgir del corazón (genuino, congruente).
Así
conectamos con los requerimientos que
según Rogers debe tener un terapeuta. Para ser un terapeuta efectivo debe tener
tres cualidades especiales:
Congruencia. Ser genuino, ser
honesto con el paciente.
Empatía. La habilidad de sentir lo
que siente el paciente.
Respeto. Aceptación, preocupación
positiva incondicional hacia el paciente.
Rogers
dice que estas cualidades son “necesarias y suficientes”, si el terapeuta posee
estas tres cualidades el paciente mejorará, aun no haciendo uso de otro tipo de
técnicas. Si el terapeuta no muestra estas tres cualidades, la mejoría será
mínima, sin importar la cantidad de recursos técnicos y de conocimiento
científico de los que disponga.
La
teoría de Rogers está construida a partir de una sola “fuerza de vida” que es
llamada la tendencia actualizante,
una motivación innata presente en toda forma de vida dirigida a desarrollar sus
potenciales hasta el mayor límite posible. No hablamos solamente de
sobrevivencia. Rogers entendía que todas
las criaturas buscan lograr lo mejor de su existencia, y si no lo consiguen no
será por falta de deseo propio. Rogers resume en esta gran única necesidad o
motivo, todos los otros motivos que las demás escuelas terapéuticas mencionan,
porque es propio de nuestra naturaleza como seres vivos hacer lo mejor que
podamos.
La teoría
rogeriana
No
obstante, los seres humanos en el curso de la actualización de sus potenciales, crean la sociedad y la cultura. Esto en sí mismo no
es un problema ya que somos criaturas sociales, está en nuestra naturaleza.
Pero, al crear la cultura, ésta ha desarrollado su propia vida. En vez de
mantenerse próxima al enriquecimiento de nuestros potenciales personales, y cercana a aspectos propios de nuestra
naturaleza, la cultura se puede tornar en una fuerza con derecho propio.
Incluso, si a largo plazo, una cultura que interfiere con nuestra actualización
desaparece nosotros también perecemos con ella. Cultura y la sociedad no son
intrínsecamente malas, pero, nuestras estructuradas sociedades, nuestras
complejas y consumistas culturas, las innovadoras tecnologías, esas que nos han
ayudado a prosperar y sobrevivir, pueden al mismo tiempo servirnos para
hacernos daño e incluso destruirnos.
Para
Rogers los organismos saben lo que es bueno para ellos. La evolución nos ha provisto de los sentidos y
sentimientos, gustos, discriminaciones, a esto le llamamos valor organísmico. Rogers
agrupa bajo el nombre de visión positiva a cuestiones como el amor, afecto,
atención, crianza y demás. Está claro que los bebés necesitan amor y atención. Sin
esto, el bebe no sobrevive.
Otra cuestión, quizás exclusivamente
humana, que valoramos es la recompensa positiva de uno mismo, lo que incluye
la autoestima, la autovalía y una imagen de sí mismo positiva. Es a través de
los cuidados positivos de los demás a lo largo de nuestra vida como logramos alcanzar
este cuidado personal. Sin esto, nos sentimos minúsculos y desamparados y de
nuevo no llegamos a ser todo lo que podríamos ser.
Tal
como cree Maslow, Rogers afirma que si les dejamos a su libre albedrío, los
animales buscarán aquello que es lo mejor para ellos; Sin embargo, en nuestra
historia, hemos ido creado un ambiente bien distinto de aquel del que partimos.
Nos dedicamos a elaborar cosas que no benefician a nuestro organismo, alimentos
sin contenido energético, consumos innecesarios, drogas….Estas cosas poseen estímulos
que pueden producir una satisfacción inmediata, o pueden gustar a nuestro valor
organísmico, aunque no sirven para nuestra actualización.
La
sociedad también nos premia, castigo o apercibe en función de la valía o
devaloración que otorga a nuestras actitudes, conforme vamos creciendo padres,
maestros, familiares, la sociedad en general solo nos da lo que necesitamos
cuando demostramos que lo “merecemos”, más que porque lo necesitemos, y lo que
es más importante, nos querrán sólo si nos portamos tal como se espera de
nosotros.
El
lograr un cuidado positivo sobre “una condición” es lo que Rogers llama recompensa
positiva condicionada. Ya que todos nosotros necesitamos de hecho esta
recompensa, estos condicionantes son muy poderosos, y mas que por nuestros
valores organísmicos, o por nuestra tendencia actualizante, terminamos siendo personas
muy determinadas por una sociedad que no necesariamente toma en cuenta nuestros
intereses reales. Un “buen chico” o una “buena chica” no necesariamente es un
chico o una chica feliz. A medida que pasa el tiempo, este condicionamiento nos
lleva a su vez a tener una autovalía positiva condicionada.
Empezamos
a querernos en función de la valoración externa, si cumplimos con los
estándares que otros nos aplican, más que si seguimos nuestra actualización de
los potenciales individuales. Y dado que estos estándares no fueron creados
tomando en consideración las necesidades individuales, resulta cada vez más
frecuente el que no podamos complacer esas exigencias y por tanto, no podemos lograr
un buen nivel de autoestima.
Self e
ideal
La parte nuestra que encontramos en la tendencia
actualizadora, seguida de nuestra valoración organísmica, de las necesidades y
recepciones de recompensas positivas para uno mismo, es lo que Rogers llamaría el verdadero yo (self). Es éste el verdadero
“tú” que, si todo va bien, vas a alcanzar.
Por otro lado, dado que nuestra sociedad no
está sincronizada con la tendencia
actualizante y que estamos forzados a vivir bajo condiciones de valía que no
pertenecen a la valoración organísmica, y finalmente, que solo recibimos
recompensas positivas condicionadas, entonces tenemos que desarrollar un
ideal de sí mismo (ideal del yo). En este caso, Rogers se refiere a
ideal como algo no real; como algo que está siempre fuera de nuestro alcance;
aquello que nunca alcanzaremos.
El espacio comprendido entre el verdadero
self y el self ideal; del “yo soy” y el “yo debería ser” se llama incongruencia. A mayor distancia, mayor será la incongruencia. De hecho, la
incongruencia es lo que esencialmente Rogers define como neurosis: estar
desincronizado con tu propio self.
Defensas Al estar en una situación donde existe una incongruencia,
entre la imagen de uno mismo y la
inmediata experiencia, (entre el Ideal del yo y el Yo) nos podemos encontrar en
una situación amenazante, y al percibir una situación como amenazante puede
surgir ansiedad. La ansiedad es una
señal que manifiesta un peligro potencial que se debe intentar evitar. Una forma
de evitar la situación es, por supuesto , usando las defensas.
La idea rogeriana de la defensa es muy similar
a la descrita por Freud, exceptuando que
Rogers la engloba en un punto de vista perceptivo, de manera que incluso los
recuerdos y los impulsos son formas de percepción. Rogers define solo dos
defensas: negación y distorsión perceptiva.
Así
como en el psicoanálisis la negación significa un bloqueo
completo de la situación amenazante. La
negación de Rogers incluye también lo que Freud llamó represión: si mantenemos
fuera de nuestra conciencia un recuerdo o impulso (nos negamos a recibirlo),
seremos capaces de evitar la situación amenazante.
La distorsión perceptiva es una manera
de reinterpretar la situación de manera
que sea menos amenazante. Es muy parecida a la racionalización de Freud, también
puede darse una distorsión mucho más perceptiva, cuando uno ve la cosas mejores
de lo que realmente son. Cada vez que usamos una defensa acrecentamos la
distancia entre lo real y lo ideal. Esta distancia se va haciendo cada vez más
incongruente, con lo que cada vez mas nos vamos encontrando ante situaciones amenazantes,
desarrollando mayores niveles de ansiedad y usando cada vez más y más defensas
.
La persona
Funcional
Rogers
solo se interesa por describir a la persona sana. La terminología empleada es “funcionamiento
completo” y comprende las siguientes cualidades:
Apertura a la experiencia. Es lo opuesto a la
instrumentación continua de defensas. Es la
adecuada percepción de las propias experiencias que nos ocurren en el mundo, y comprende la aceptación de la
realidad, incluyendo en ambos casos los
sentimientos propios. Los sentimientos son parte importante de la actualización
por que conllevan la valoración
organísmica. Si no podemos abrirnos a
nuestros propios sentimientos, no seremos capaces de actualizarnos. La parte
difícil es distinguir los sentimientos reales de los derivados de la ansiedad producida
por las cuestiones de valía personal.
Vivencia existencial. El aquí y ahora tan
conocido por nosotros en la gestalt. Rogers, atento a su tendencia de mantenerse en
contacto con la realidad, insiste en que
no vivimos en el pasado ni en el futuro; el primero se ha ido y el último ni siquiera existe. Sin embargo, esto no
significa que no debamos aprender de
nuestro pasado, ni que no debamos planificar o ni siquiera soñar
despiertos con el futuro. Simplemente, debemos reconocer estas cosas por lo que
son, memorias y sueños, los cuales estamos experimentando ahora, en el
presente.
Confianza organísmica. Es el dejarnos guiar por
los procesos, bien sean de evaluación o de valoración organísmica. La confianza
en nosotros estriba en permitirnos hacer aquello que creemos que está bien, aquello que surge de forma natural. A lo que Rogers se refiere es a la confianza
en el propio yo, en el sí mismo real, y
la única manera que tenemos para conocer lo
que es verdaderamente el self es abriéndonos a la experiencia de nuestro
existir, en palabras de Rogers, la confianza organísmica asume que está en contacto con la tendencia
actualizante.
Libertad
experiencial. Rogers pensaba que era irrelevante que las personas tuvieran o no libre albedrío. Nos
comportamos como si lo tuviéramos. Lo que significa es que nos sentimos libres
cuando se nos brindan las oportunidades. Rogers dice que la persona que funciona al cien por cien
reconoce ese sentimiento de libertad y
asume las responsabilidades de sus oportunidades.
Creatividad. Si te sientes libre y
responsable, actuarás como tal y así te sentirás en el mundo. Una persona funcional, en contacto con su
propia actualización sentirá la necesidad de participar en la actualización de
otros. A esto se refiere Rogers cuando habla de creatividad, y se puede hacer
en cualquier aspecto de la vida. Simplemente es llevar a cabo la acción
correcta en el momento concreto, y con la disposición adecuada. Esto se puede llevar
a todos los órdenes de la vida, artísticos, parentales, laborales, de pareja,
afectivos……………La creatividad de Rogers
es muy parecida a la generatividad de Erikson.
Carl R.
Rogers: ¿CÓMO PUEDO SERVIR DE
AYUDA?
Una hipótesis general
Para describir en pocas palabras el
cambio que se ha operado en mí, diré que
durante los primeros años de mi carrera profesional solía preguntarme:
"¿Cómo puedo tratar, curar o cambiar a esta persona?", en tanto que
ahora mi pregunta sería: "¿Cómo
puedo crear una relación que esta persona pueda utilizar para su propio
desarrollo?"
(...) Quizá debería comenzar con un
aprendizaje negativo. He aprendido lenta y gradualmente que la ayuda que puedo
prestar a una persona conflictuada no reviste la forma de un proceso
intelectual ni de un entrenamiento. Ningún enfoque basado en el conocimiento,
el entrenamiento o la aceptación incondicional de algo que se enseña tiene
utilidad alguna. Estas maneras de encarar la terapia parecen tan directas y
tentadoras que, en épocas pasadas, ensayé muchas de ellas.
Sin duda alguna, es posible
explicar a una persona su manera de ser, indicarle los pasos que lo ayudarían a
progresar, hacerle conocer un modo de vida más satisfactorio; sin embargo, de
acuerdo a mi propia experiencia son fútiles e inconsecuentes. Toda su eficacia
reside en la posibilidad de introducir una modificación efímera, que pronto
desaparece y no hace sino fortalecer en
el individuo la conciencia de su propia inadaptación.
El
fracaso de cualquier enfoque intelectual me ha obligado a reconocer que el cambio
sólo puede surgir de la experiencia adquirida en una relación; Si puedo crear un cierto tipo de relación, la otra
persona descubrirá en sí mismo su capacidad de utilizarla para su propia
maduración y de esa manera se producirán el cambio y el desarrollo individual.
La relación
¿Qué significan estos términos?
Permítaseme considerar por separado las tres frases principales del enunciado
precedente e indicar el significado que tienen para mí. ¿En qué consiste este
tipo de relación que creo necesario establecer?
He descubierto que cuanto más auténtico
puedo ser en la relación, tanto más útil resultará esta última. Esto significa
que debo tener presentes mis propios
sentimientos, y no ofrecer una fachada externa, adoptando una actitud distinta
de la que surge a un nivel más profundo o inconsciente. Ser auténtico significa
también la voluntad de ser y expresar, a través de mis palabras y mi conducta,
los diversos sentimientos y actitudes que existen en mí.
Esta es la única manera de que la
relación sea auténtica, condición que reviste fundamental importancia. Sólo
mostrándome tal cual soy, puedo lograr que la otra persona busque exitosamente
su propia autenticidad. Esto es verdad en el caso en que mis actitudes no me complazcan ni me parezcan
conducir a una buena relación. Lo más importante es ser auténtico.
La segunda condición reside en el
hecho de que cuanto mayor sea la aceptación y el agrado que experimento hacia
un individuo, más útil le resultará la
relación que estoy creando. En tiendo por aceptación un cálido respeto
hacia él como persona de mérito propio e
incondicional, es decir, como individuo
valioso independientemente de su condición, conducta o sentimientos. La
aceptación también significa el respeto y agrado que siento hacia él como
persona distinta, el deseo de que posea sus propios sentimientos, la aceptación
y respeto por todas sus actitudes, al margen del carácter positivo o negativo
de estas últimas, y aun cuando ellas puedan contradecir en diversa medida otras
actitudes que ha sostenido en el pasado.
Esta aceptación de cada uno de los
aspectos de la otra persona le brinda calidez y seguridad en nuestra relación;
esto es fundamental, puesto que la seguridad de agradar al otro y ser valorado
como persona parece constituir un elemento de gran importancia en una relación
de ayuda.
También encuentro la relación
significativa en la medida en que siento un deseo constante de comprender: una
sensible empatía con cada uno de los sentimientos y expresiones del cliente tal
como se le aparecen en ese momento.
La aceptación no significa
nada si no implica comprensión. Sólo cuando comprendo los sentimientos y
pensamientos que al cliente le parecen horribles, débiles, sentimentales o extraños
y cuando alcanzo a verlos tal como él los ve y aceptarlo con ellos, se siente
realmente libre de explorar los rincones ocultos y los vericuetos de su
vivencia más íntima y a menudo olvidada. Esta libertad es una condición
importante de la relación. se trata de la libertad de explorarse a sí mismo tanto en el nivel consciente como
inconsciente, tan rápidamente como sea posible embarcarse en esta peligrosa
búsqueda.
El cliente también debe sentirse libre
de toda evaluación moral o diagnóstica, puesto que, a mi juicio, las
evaluaciones de este tipo son siempre amenazadoras. Por consiguiente, la
relación de ayuda que encontré se caracteriza, de mi parte, por una especie de
transparencia que pone de manifiesto mis verdaderos sentimientos, por la
aceptación de la otra persona como individuo diferente y valioso por su propio
derecho, y por una profunda comprensión empática que me permite observar su
propio mundo tal como él lo ve. Una vez logradas estas condiciones, me
convierto en compañero de mi propio cliente en el transcurso de la aterradora
búsqueda de sí mismo que ya se siente capaz de emprender.
No siempre puedo lograr este tipo de
relación. A veces, aun cuando crea
haberla alcanzado en mí, el cliente puede estar demasiado atemorizado
como para percibir lo que se le ofrece. Sin embargo, podría afirmar que cuando
soy capaz de adoptar la actitud que acabo de describir y cuando la otra persona
puede también experimentarla en alguna medida, invariablemente surgirán el
cambio y el desarrollo personal constructivo. Incluyo el término
"invariablemente" sólo después de largas y cuidadosas
consideraciones.
EL PROCESO DE CONVERTIRSE
EN PERSONA
Una condición básica
(...) Al desarrollar las
consideraciones que siguen daré por sentado que el cliente experimenta la
sensación de ser plenamente recibido. Quiero decir con esto que el cliente se
siente recibido psicológicamente por el terapeuta por ser tal como es,
cualesquiera que sean sus sentimientos (miedo, desesperación, inseguridad,
ira), su modo de expresión (silencio, gestos, lágrimas o palabras) o lo que
descubra que él es en ese momento. Este término recibido implica el concepto de
ser comprendido empáticamente y ser aceptado. También corresponde señalar que
lo que hace que la condición de ser recibido sea óptima es el hecho
de que el cliente la
experimente así y no su mera existencia en el terapeuta.
Por consiguiente, al referirme al
proceso de cambio daré por supuesta en
todo momento la existencia de una condición de recepción óptima.
El continuo emergente
Al intentar aprehender y conceptualizar
el proceso de cambio, busqué inicialmente elementos que señalaran o
caracterizaran el cambio mismo. (...) Poco a poco fui desarrollando este
concepto de proceso y discriminé en él siete etapas; deseo destacar, sin
embargo, que se trata de un continuo, y que aunque identifiquemos siete etapas
o cincuenta, existirán infinitos puntos intermedios. Pensé que cualquier
cliente, considerado como totalidad, habitualmente exhibe conductas que se
agrupan constituyendo una franja relativamente estrecha de este continuo.
Es decir, parce poco probable que el
cliente manifieste absoluta fijeza en una esfera de su vida y total movilidad
en otra; considerado en su conjunto, tiende a situarse en alguna etapa de este
proceso. Sin embargo, según creo, el proceso que deseo describir se ajusta con
mayor exactitud a determinadas zonas del significado personal; mi hipótesis es
que en ellas el cliente se encuentra decididamente en una cierta etapa y no
exhibe al mismo tiempo características de otras.
Las siete etapas del proceso
Primera etapa
-Existe cierta reticencia a
comunicar el sí mismo. La comunicación sólo se refiere a hechos externos.
-Sentimientos y
significados personales no se reconocen ni se admiten como propios.
-Los constructos personales
son extremadamente rígidos.
-Las relaciones íntimas y
comunicativas se consideran peligrosas.
-En esta etapa no se
reconocen ni perciben los problemas.
-No hay deseos de cambiar.
-La comunicación interna
sufre un intenso bloqueo.
Segunda etapa
-La expresión comienza a
fluir en relación con problemas ajenos al sí mismo.
-Los problemas se perciben
como externos al sí mismo.
-No hay sentido de la
responsabilidad personal en relación con los problemas.
-Los sentimientos se
describen como objetos que no pertenecen al sujeto o que corresponden al
pasado.
-Pueden manifestarse
sentimientos, pero no se los reconoce como tales ni como propios.
-La posibilidad de
vivenciar está limitada por la estructura del pasado.
-Los constructos personales
son rígidos y no se reconocen como tales sino que se consideran como hechos
objetivos.
-La diferencia de
significados y sentimientos personales es muy limitada y burda.
-Pueden expresarse
contradicciones, pero son pocas las que se reconocen como tales.
Tercera etapa
-Las expresiones referentes
al sí mismo como objeto fluyen con mayor
libertad.
-Las experiencias
relacionadas con el sí mismo también se expresan como si fueran objetos.
-El sí mismo también se
expresa como un objeto reflejado, que existe principalmente en los demás.
-Con frecuencia se expresan
o describen sentimientos o significados personales no pertenecientes al
presente.
-La aceptación de los
sentimientos es mínima. La mayor parte de ellos se revela como algo vergonzoso,
malo, anormal o inaceptable por alguna otra razón.
-Los sentimientos se
exhiben y luego a veces son reconocidos como tales.
-La experiencia se percibe
como algo perteneciente al pasado o bien como algo totalmente ajeno al sí
mismo.
-Los constructos personales
son rígidos, pero pueden ser reconocidos como constructos y no como hechos
externos.
-La diferenciación de
sentimientos y significados es ligeramente más
nítida y menos global que en las etapas anteriores.
-Se reconocen las
contradicciones de la experiencia.
-Las elecciones personales
suelen considerarse ineficaces.
Cuarta etapa
-El cliente describe
sentimientos más intensos, del tipo "presente-pero-no-ahora".
-Los sentimientos se
describen como objetos del presente.
-En algunas oportunidades
se expresan sentimientos en tiempo presente, que irrumpen casi en contra de los
deseos del cliente.
-Hay una tendencia a
experimentar los sentimientos en el presente
inmediato; esta posibilidad va acompañada de desconfianza y temor.
-La aceptación franca de
sentimientos es escasa, si bien se observa en alguna medida.La experimentación
está menos "ligada a la estructura" del pasado, es menos remota y en
ocasiones puede producirse con escasa distancia temporal.
-La construcción de la experiencia
adquiere mayor flexibilidad. Se descubren algunos constructos personales, se
los reconoce con claridad como tales y se comienza a cuestionar su validez.
-La diferenciación de
sentimientos, constructos y significados
personales aumenta constantemente y existe cierta tendencia a procurar
la exactitud en la simbolización.
-Se advierte la
preocupación que inspiran las contradicciones e incongruencias entre la
experiencia y el sí mismo.
-Existen sentimientos de
responsabilidad propia en relación con los problemas, si bien son vacilantes.
-A pesar de que una
relación íntima aún le parece peligrosa, el cliente se arriesga y se atreve a
relacionarse en cierta medida a partir de sus sentimientos.
Quinta etapa
-Los sentimientos se
expresan libremente en tiempo presente.
-Está muy próxima la
posibilidad de experimentar plenamente los sentimientos. Estos "surgen a
borbotones", "se filtran", a pesar del temor y la desconfianza
que al cliente le inspira la posibilidad de experimentarlos de manera plena e inmediata.
-Comienza a aparecer una
tendencia a advertir que vivenciar un sentimiento implica un referente directo.
-Los sentimientos que
"surgen a borbotones" suelen despertar sorpresa y temor y casi nunca
placer.
-Los sentimientos del sí
mismo se reconocen como propios cada vez en
mayor medida, hay una necesidad de ser esos sentimientos, de ser el
"yo verdadero".
-La experiencia adquiere
mayor flexibilidad; ya no es algo remoto, y a menudo se produce con una demora
mínima.
-La experiencia se
construye de modos mucho menos rígidos. Se descubren nuevos constructos personales y se los
examina y cuestiona críticamente.
-Existe una tendencia
intensa y notoria a diferenciar con exactitud los sentimientos y significados.
-Las contradicciones e
incongruencias de la experiencia son encaradas cada vez con mayor claridad.
-Aumenta la aceptación de
la propia responsabilidad en los problemas que se encaran, y aumenta también la
preocupación acerca de en qué medida el
cliente ha contribuido a ellos. Los diálogos que se sostienen en el
interior del sí mismo se van liberando, la comunicación interna se mejora y su
bloqueo se reduce.
Sexta etapa
-Ahora el cliente puede
experimentar como inmediatos los sentimientos que antes estaban
"atascados", inhibidos en su cualidad de proceso.
-Estos sentimientos fluyen
hasta sus últimas consecuencias.
-Un sentimiento del
presente es experimentado directamente, de manera inmediata y rica.
-Se acepta esta cualidad
inmediata de la experiencia y el sentimiento que la constituye. -Ya no hay temor,
necesidad de negarlo o luchar contra esto.
-El cliente vive
subjetivamente en la experiencia, peri sin advertirlo.
-El sí mismo como objeto
tiende a desaparecer.
-En esta etapa la
experimentación adquiere verdaderas características de proceso.
-Otra característica de
esta etapa es la relajación fisiológica que la acompaña.
-En esta etapa la
comunicación interna es libre y relativamente exenta de bloqueos.
-La incongruencia entre la
experiencia y la percepción se experimenta vívidamente a medida que se
transforma en congruencia.
-En este momento de
vivencia desaparece el constructo personal
pertinente y el cliente se siente libre de su sistema anteriormente
equilibrado.
-El momento de la vivencia
plena se convierte en un referente claro y definido.
-La diferenciación de la
vivencia es penetrante y clara.
-En esta etapa ya no hay
más "problemas" externos ni internos.
-El cliente vive
subjetivamente una fase del problema, que ha dejado de ser un objeto.
Séptima etapa
-Los sentimientos nuevos se
experimentan de manera inmediata y rica en matices, tanto dentro como fuera de
la relación terapéutica.
-La vivencia de estos
sentimientos se utiliza como un referente claro.
-La aceptación de estos
cambiantes sentimientos como propios aumenta y coexiste con una confianza
básica en el proceso mismo.
-La vivencia ha perdido
casi por completo sus aspectos limitados por la estructura y se convierte en
vivencia de un proceso; esto significa que la situación se experimenta e
interpreta como nueva, y no como algo pasado.
-Poco a poco el sí mismo se
convierte simplemente en la conciencia subjetiva y reflexiva de la vivencia. El
sí mismo se percibe cada vez menos como un objeto y, en cambio, se lo siente
con mayor frecuencia como un proceso que inspira confianza.
-Los constructos personales
se replantean provisionalmente, para ser luego validados mediante las
experiencias ulteriores, pero aun en caso de serlo, se los plantea con mayor
flexibilidad.
-La comunicación interna es
clara: los sentimientos y símbolos se correlacionan de manera adecuada y hay
términos nuevos para describir sentimientos nuevos.
-El cliente experimenta la
elección efectiva de nuevas maneras de ser.
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